Las delegaciones autonómicas cumplen un papel de fomento del comercio exterior, ayuda a los emigrantes o defensa de los intereses de las comunidades que justifican, en la mayoría de los casos, su existencia. Y eso incluye a las 64 embajadas de Gobiernos del PP, cifra que representa el 34% del total. Para asombro de quienes conocen las obsesiones de los conservadores en política exterior, hay que decir que una de las oficinas de la Comunitat Valenciana está en Cuba.
Pues bien, con esos datos en la mano, la dirigente del PP tiene el descaro de pedir que se eliminen las embajadas. Si el discurso de los conservadores tuviera un mínimo de coherencia, Cospedal ordenaría hoy mismo a sus seis presidentes autonómicos el cierre inmediato de las delegaciones. Claro que es fácil imaginar la respuesta que le darían Camps o Aguirre. Baste recordar que la secretaria general del PP ni siquiera se ha atrevido a visitar la Comunitat Valenciana en los dos años que lleva en el cargo, para hacerse una idea de la autoridad que tiene en el partido.
Que Cospedal afirme que a las embajadas se destinan “miles de millones” no merece mayor comentario. Bueno sí, uno. Que estudie un poquito. Eso permite distinguir las unidades de los millares.
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