22 abr 2015

“Orgullosos de nuestro pueblo”. Santiago García Aranda



Me vais a permitir que inicie este texto con una reflexión meditada en tiempos de incertidumbre casi omnipresente. La “nueva” política, las redes sociales, la inmediatez, los mensajes de 140 caracteres… todo eso está muy bien.
¿Pero qué demanda en verdad cada vecino a quienes somos sus representantes? Sobre todo aquello ligado a los valores de siempre: tener la oportunidad de trabajar, formar una familia, educar a sus hijos y generar unos derechos que aseguren una jubilación digna.
Dicho esto, pudiera parecer que la labor de un Ayuntamiento queda lejos de esas demandas, pero no es así. Cada acción, por pequeña que sea, tiene consecuencias e influencia. Siendo consciente de esto, en cada decisión tomada desde nuestra responsabilidad están presentes los valores que citaba antes, con el único objetivo de hacer del Ayunta­miento un instrumento que sea útil para las personas.
Tres ejes jus­ti­fican to­das y cada una de las decisiones tomadas:
1. Man­te­ner y mejorar infraestructuras y servicios para todos los vecinos.
2. Cubrir la falta de generación de empleo por el sector privado para, al menos, ofrecer una oportunidad al mayor número posible de personas.
3. Apoyar a los sectores socio-económicos que pueden generar actividad en nuestro pueblo y, por tanto, empleo.
Cada acción municipal ha tenido como objetivo final uno o varios de estos ejes, pensando en todo momento que nuestro Ayunta­miento está al servicio de los vecinos y las vecinas, alejando conscientemente la acción municipal de intereses partidistas, y asentada esta acción en una necesaria es­ta­bilidad institucional. Estabilidad como garantía de acción y como oposición a la incertidumbre, esa que en una administración tan cercana como un Ayun­tamiento, acaba irremediablemente derivando en desgobierno.
Gobernar con eficacia obliga a adaptarse al momento y a las circunstancias, pero siempre a hacer y ser útil, alejándose de la crispación y la bronca para acercarse en todo momento a las personas y buscando respuestas para sus preocupaciones y desvelos.
Si algo he aprendido en estos años tan complicados en los que asumo la responsabilidad de ser Alcalde es que la política solo es si es de las personas y para las personas. Y sus demandas y necesidades han estado en todo momento en cada decisión tomada, tanto en las acciones municipales como en las peticiones y reclamaciones realizadas a quienes, desde otras administraciones mayores, tienen la responsabilidad de trabajar por quienes representan, aunque a veces no lo parezca.
Debemos estar orgullosos de nuestro pueblo, de lo hecho y de lo que está por hacer. Aunque algunos intenten ensuciar nuestra imagen, nuestros vecinos demuestran cada día y en todos los campos que tenemos talento acreditado y capacidad para sortear las dificultades. Juntos, demostraremos que, una vez más y ante cualquier adversidad, Villacañas es capaz de levantarse con más fuerza.
Y estas fechas de unión popular en torno al Cristo de la Viga son, sin duda, un buen momento para ratificar nuestra pasión por Villacañas.

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